miércoles, 28 de enero de 2009

Rabiosos talibanes del laicismo

Carlos Martínez García

Rabiosos talibanes del laicismo


Son personajes que dan miedo. Esos que, según la arquidiócesis primada de México, persiguen las inocentes convicciones religiosas de los integrantes de la alta clase gobernante del país. Los talibanes del laicismo, según el semanario católico Desde la Fe, son enfermos que buscan exterminar a valientes políticos que exponen abiertamente sus creencias religiosas.
La publicación que prohíja la jurisdicción eclesiástica encabezada por el cardenal Norberto Rivera Carrera ha producido un editorial digno de esa acuciosa antología recopilada, anotada y comentada por el historiador Gastón García Cantú: El pensamiento de la reacción mexicana (segunda edición, revisada y ampliada, tres tomos, UNAM). Para Desde la Fe, los críticos de lo que dijo Felipe Calderón Hinojosa en su discurso de hace dos semanas al inaugurar el sexto Encuentro Mundial de las Familias (católicas) son enfermos de anticlericalismo, fúricos talibanes, cortos de inteligencia, poseedores de una enorme y monumental intolerancia, enfermizos del laicismo, ignorantes, miopes, rabiosos, primitivos defensores no del Estado laico, sino de un Estado arcaico, intransigentes, autoritarios, ignorantes, grotescos, incapaces, antidemócratas, ridículos y ya no le sigo con los adjetivos, pero los lectores pueden encontrar más en la reseña que del editorial católico hizo anteayer el reportero José Antonio Román en las páginas de La Jornada.
Lo reprobable, para mí, en la asistencia y participación de Calderón Hinojosa al cónclave familiar patrocinado por la Iglesia católica, está en que tomó posición político-ideológica en contra de un Estado cuyo entramado jurídico prometió resguardar. Sus palabras desconocieron la pluralidad religiosa del país. En su discurso minusvaloró, si no es que buscó desaparecer, la gesta social por hacer de México una nación libre del dominio clerical católico. Cuando dio la bienvenida a los asistentes al ya citado encuentro, dijo que les recibía en “la tierra de María Guadalupe y de San Juan Diego, también de los mártires de la persecución y, no puedo omitir el comercial, del primer santo mexicano, que es además mi patrono, San Felipe de Jesús”.
Si se trataba de hacer menciones a personas e instituciones que coadyuvaron para hacer que México tuviera un perfil religioso mayormente católico, le faltó referirse a la Inquisición en la Nueva España. ¿Y por qué dejar fuera al arzobispo de México (1863-1891) Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, férreo opositor de Benito Juárez y la libertad de cultos? Cuando soltó eso de que México es tierra de “los mártires de la persecución” (religiosa), y lo hizo en el contexto de la óptica católica romana, estaba reivindicando a quienes combatieron con todos los medios a su alcance –entre ellos las armas– la separación del Estado y la Iglesia católica. En muchos casos esos mártires no fueron indefensos creyentes enfrentados a fuerzas persecutoras, sino insurrectos armados dispuestos a cometer todo tipo de atrocidades, que cometieron y en abundancia.
Y ya que estaba en un acto impulsado desde Roma por Benedicto XVI, bien pudo rescatar la memoria de un antecesor de aquel, Pío IX (papa del 16 de junio de 1846 al 7 de febrero de 1878, JND Kelly, Oxford Dictionary of Popes, p. 309). El 15 de diciembre de 1856, al haber concluido el debate de la nueva Constitución mexicana, Pío IX reprobó que el catolicismo ya no tuviera el lugar de privilegio y exclusividad de los que había gozado desde la Colonia. El jerarca de Roma fue contundente: “Entre otros muchos insultos que ha prodigado a nuestra santísima religión, a sus ministros y pastores, como al vicario de Cristo, [la Cámara de Diputados] propuso una nueva Constitución compuesta de muchos artículos, no pocos de los cuales están en oposición abierta con la misma religión, con su saludable doctrina, con sus santísimos preceptos y derechos… se admite el libre ejercicio de todos los cultos y se concede la facultad de emitir libremente cualquier género de opiniones y pensamientos”. A la luz de lo anterior, no cabe duda, los liberales mexicanos del siglo XIX que enfrentaron el oscurantismo católico son antecesores de los llamados hoy por la publicación Desde la Fe talibanes del laicismo.
La arquidiócesis de México, al hacer la defensa y hasta elogio de lo que considera valentía de Calderón al externar sus convicciones religiosas, para nada es un factor que promueva la democracia o la tolerancia. Tampoco le interesa, como tramposamente arguye el semanario católico, definirse en favor de la pluralización de la sociedad mexicana. Lo que en realidad hace es pronunciarse de nueva cuenta por el regreso del país a épocas consideradas por la Iglesia católica como gloriosas, cuando tenía el poder para presionar con el fin de convertir su particular concepción de la vida personal y social en normas generales.
Lanzar una sarta de epítetos contra sus adversarios, como lo hizo la arquidiócesis mediante su semanario, pero evadir la tarea de argumentar es plena muestra de un pensamiento autoritario. Éste, de entrada, niega a los otros la condición de interlocutores, evita tenerles por iguales. Los acostumbrados a ordenar, decidir sobre la vida de otros, exigir a todos cuentas, pero negarse a presentarlas, nada más porque son integrantes de autoconsideradas intocables cúpulas clericales, y al hacer escarnio de quienes llaman talibanes del laicismo (en sí misma una contradicción de términos) se pintan de cuerpo entero.

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domingo, 4 de enero de 2009

Cabeza al cubo, columna de Jorge Moch en La Jornada

Cabeza al cubo


Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com


Opio


Sea empresarial, político o eclesiástico, las televisoras privadas del duopolio, primero Televisa y ya después la privatizada TV Azteca, mucho cuidan de no incomodar al poder, sino de pertenecer, permanecer en él. Carlos Salinas de Gortari, presidente de infeliz memoria para millones de mexicanos, fue quien gestionó la privatización de Imevisión para convertirla en TV Azteca. El mismo Salinas se encargó de reanudar relaciones diplomáticas con el Vaticano y fue, en los hechos, quien cobijó el ascenso de la derecha radical y conservadora a los ámbitos del poder cuyo desboco padecemos ahora. El hermano mayor e incómodo de Carlos, Raúl, poco antes de terminar en chirona acusado de asesinato, “prestó” a otro Salinas, pariente suyo, amistosamente y sin probatorios documentos, la friolerita de cincuenta millones de dólares para que apostara gordo en la licitación de la emisora estatal, misma que obtuvo sin mayores dilaciones en un proceso que no por parecer olvidado ha dejado de ser una de las privatizaciones más turbias del salinato. Así nació TV Azteca. Hoy en esa empresa quien dicta censuras y políticas de información no es su consejo administrativo, sino un consuetudinario clero tutelar: allí opera Hugo Valdemar, vocero del arzobispado mexicano. Es cosa sabida entre conductores de Azteca que si se va a tratar un tema espinoso como el aborto, la posición institucional debe ser claramente conservadora y cada que sea posible remachada con la verborragia de un cura invitado a cuadro.
Recién llegado Salinas al poder, la Iglesia católica comenzó a experimentar con señales de televisión catequista. Las ciudades de Guadalajara y Monterrey fueron focos de esos experimentos. Hoy, desde la zona conurbada de Guadalajara se transmite por cable nacional un canal religioso, potestad del atávico obispo de esa ciudad, Juan Sandoval, de conocida belicosidad. Desde que la derecha llegó al poder con Salinas y después con sus peones panistas, el clero se ha vuelto arrogante. En sus programas de televisión se hace evidente el desinterés –desde luego dogmático– del clero hacia la higiene en la información pública, invariablemente sesgada, y no sólo se desdeña la ciencia al impulsar el creacionismo, sino que se desprecia la ley en materia de proselitismo religioso.
Las televisoras son, pues, muy cercanas, al clero. Éste, a su vez, ha tejido fino un amplio manto de complicidades con todos esos sectores de la sociedad, cuyo peso específico los convierte en fieles de la balanza: grandes empresarios, industriales y banqueros, políticos de derechas, principalmente panistas y priístas, y en general cualquier agente social que pueda incidir en la vida de la opinión pública. La televisión desde esa perspectiva es desde luego uno de sus más importantes rubros. El resultado de la mezcolanza entre quienes se creen históricamente administradores de la conciencia pública y los dueños del poder político y económico trasmina lamentables efectos en la televisión. Ya hay hasta series “dramáticas” en señal abierta que no son sino propaganda para apuntalar en el ideario colectivo el mito fantástico guadalupano. Al margen de la verdadera historia de las vírgenes negras de Extremadura, cuyo culto trajo a Mesoamérica la horda del conquistador; al margen de la astucia política de un onésimo de la época como fue el obispo Zumárraga; al margen de que la Iglesia católica es absolutamente incapaz de demostrar el origen divino de la pintura en la tilma y ni siquiera de sostener coherentemente la existencia del indio Juan Diego, y al margen, también, de que el mismo por entonces encargado de la basílica guadalupana, Guillermo Schulenburg habló públicamente –y por ello fue removido, llevado a otro lado, perdido en la anonimia– de la falacia del mito, ambas televisoras lanzan programas de catequesis como La rosa de Guadalupe en Televisa, con los que una vez más se recurre a la credulidad, la ductilidad ideológica, la ignorancia y el fanatismo de gruesos sectores de la población, para consolidar mentiras históricas con las que tradicionalmente se ha mantenido al pueblo dulcemente enajenado. Adormecido. Y si decae el fervor, si pasa la moda, si brota el escepticismo no importa, allí están los sucedáneos de la fe: El fut, las luchas, los simpáticos programas de Ortiz de Pinedo, los programas de concursos o de chismes, las telenovelas y ya, como lucrativo recurso alterno, los canales de compras por teléfono. Con la tele que tenemos nunca va a faltar opio para el pueblo. Amén.

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viernes, 19 de diciembre de 2008

Matar a la gallina de los huevos de oro

In Naturalibus


Matar a la gallina de los huevos de oro

Pterocles Arenarius


En medio de augurios temibles nos aproximamos al final de otro año. La crisis que golpeó severamente a la economía más poderosa del mundo, aquí arriba de nosotros en varios sentidos de la palabra, terminó por dañar al sistema mexicano, a pesar de las optimistas declaraciones y de la presumida autodenominación de “nave de gran calado” para la economía de nuestro país.
En Estados Unidos brilla la esperanza cuando un negro ha ganado la presidencia de aquella república gracias a prometer que será un presidente cuyas políticas serán totalmente opuestas a las del saliente George W. Bush, invasor de países ex aliados y responsable de la catástrofe económica de su país. Cuando las cosas empiecen a recomponerse en EU provocará que también ocurra en México la recuperación. Pero para que esto ocurra habrán de pasar unos cuantos años.
Por lo pronto la circunstancia apunta a empeorar allá, del otro lado, y por consiguiente más grave aún será en México. Es decir, lo peor todavía no llega. El sentimiento más fuerte entre los mexicanos en este momento es de incertidumbre. A esto tenemos que agregarle la inseguridad derivada de la explosión delincuencial y la guerra entre narcotraficantes y entre grupos de éstos contra las fuerzas del gobierno.
La moral de los mexicanos no es buena. Entre la mayor parte de la gente hay inseguridad en el presente y desesperanza hacia el futuro. Es sensible la desconfianza en el gobierno que ha incumplido una por una todas sus promesas o peor, con frecuencia ha venido haciendo lo contrario de lo que prometió.
Una calamidad más, de la que casi nadie ha dicho algo, es la de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) que, en la terrible crisis norteamericana, han perdido alrededor del cuarenta por ciento de sus fondos. Es decir, los trabajadores mexicanos que ahorraron cien pesos, ya sólo tienen sesenta. Esta monstruosidad (entregar a bancos extranjeros el dinero para el retiro de los trabajadores mexicanos, para que lo pusieran a jugar en la bolsa) que fue señalada en su momento, hoy da los peores resultados posibles. Es un buen ejemplo de lo que puede pasar si se permite al gobierno privatizar el petróleo. Ante la premisa elemental de “Poner nuestra riqueza en manos extranjeras”, la conclusión no puede ser más desalentadora: “Nadie va a cuidar lo nuestro mejor que nosotros mismos”, a pesar de todo.
México está viviendo una cotidiana degradación en todos los órdenes. Las noticias alarmantes se suceden de tal suerte que la siguiente es peor y más atroz que la anterior.
Lamentablemente el actual gobierno ha reproducido los execrables vicios del régimen de un solo partido que supuestamente se había terminado con la llamada alternancia en el poder. Incluyendo en lo anterior las crisis económicas, aunque el actual gobierno diga que no tiene responsabilidad en la actual crisis.
Este gobierno está actuando tan desacomedida, tan torpe, tan irresponsablemente que el augurio indica el regreso del PRI, tan poderoso como en sus mejores tiempos. En otras palabras “¿Más vale pésimo por bien conocido que el mediocre que se está dando a conocer?”.
Así, el fin de año, la temporada navideña que para algunos nos resulta siempre deprimente, hoy acumula ingredientes devastadores para las personas que consideran que la felicidad navideña tiene que ver con el consumo, los regalos, las comilonas y el alcoholismo mal disfrazado.
Este, como ningún otro, es el momento en que debemos esmerarnos en apreciar que la verdadera dicha desde lo más simple, desde lo austero. Es el momento de volvernos como dicen los franciscanos: “Para vivir necesito poco y lo poco que necesito lo necesito poco”. Como establecen los budistas, el origen del dolor está en los deseos, si no deseamos no hay dolor. Como contraparte de esta época que ya ha hecho tradición de consumismo desmesurado.
“La gente es feliz pero no se da cuenta”, dice mi amigo el escritor Enrique Galván. Sostiene que para ser realmente feliz se requiere muy poco, sin embargo, hay gente que tiene mucho más de lo que necesita (“Nadie tiene derecho a lo superfluo/ mientras alguien carezca de lo estricto”, dice Díaz Mirón), pero estas personas se inventan sus desgracias y “sufren” por carencias creadas por los publicistas de la televisión y, sin duda, superfluas. Para ser realmente infeliz sostiene Galván tendríamos que haber pasado por una hambruna, una guerra, un campo de concentración o el secuestro y la tortura en manos ya sea de policías o bien de secuestradores, que suelen ser los mismos.
Que en las antípodas de las costumbres franciscanas se queden los Agustín Carstens, de quien han publicado los periódicos, gasta $3 000 pesos diarios aparte de su sueldo en comidas ―tres mil pesos del erario que pagamos todos aparte de su salario que, entre paréntesis es de 154 mil 375.93 pesos mensuales libres, sin contar otras compensaciones y bonos―. ¿Quién puede gastar tres mil pesos por día en comida? La imagen del secretario de Hacienda se explica con semejantes gastos en comida. Lo cual no evita que los tres mil pesos diarios sean un exceso, ¿o su sueldo no le alcanzará al señor Carstens para comer lo suficiente sin pedir esa compensación extra?
Por si lo anterior no fuera suficiente, Televisa lleva a cabo, como cada año, su acopio de dinero para construir un hospital que atienda a niños que sufren diferentes enfermedades que provocan que tengan “capacidades diferentes”. En su Teletón Carlos Loret de Mola casi llora al entrevistar a un niño de once años que no puede caminar por un grave defecto congénito en sus piernas. Los productores de Televisa tuvieron buen cuidado de grabar al niño antes de que Televisa lo tomara para hacerse publicidad. Arrastrándose, porque era la única manera en que podía desplazarse. Y Loret de Mola nos dice que el niño ni siquiera estaba registrado, es decir, oficialmente no existía. Y mucha gente llora, el niño llora y su mamá llora. Todos lloran porque Televisa es muy buena y es la única que tiene compasión por el niño que se arrastraba.
Pero lo que no nos dicen es que los ricos no están regalando nada, las aportaciones millonarias que hacen a Teletón son deducibles de impuestos. Y mucho menos nos dicen que la situación de miseria extrema para gran cantidad de mexicanos en la que es casi normal que haya niños como aquel, la provocan ellos. Sus patrones, Emilio Azcárraga Jean que pertenece al pequeñísimo grupo de superpotentados que se apropia de la riqueza de México de una manera que no ocurre en ningún otro país en el mundo. Y no está exento el propio Loret de Mola, que está al servicio de su patrón Azcárraga y de todos los inmensamente ricos que son sus cómplices y aliados. Ellos, los que han hecho de México una economía de compadres en la que nadie puede progresar porque los poderosos monopolios impiden lo que dicen defender: la libre competencia, el famoso laissez faire.
México se hunde en el pantano de su propia corrupción. Pero lo extraño es que no hubiera ocurrido antes, si al anterior presidente, el señor Fox, se le perdieron ―o al menos se niega a decir que pasó con el dinero― 300 mil millones de pesos que Pemex recibió extras por el sobreprecio del petróleo en el año 2005; si en México el servicio telefónico es el más caro del mundo. Los bancos; todos extranjeros, cobran las comisiones más altas del mundo por usar nuestro dinero para enriquecerse y aun así, insaciables, reciben alrededor de 30 mil millones de pesos al año del erario por el famoso Fobaproa. Si los líderes sindicales como el petrolero Romero Deschamps juegan millones de pesos a la ruleta en Las Vegas. Si los policías de alto nivel, como se está descubriendo, trabajan para el enemigo: los cárteles de la droga. Si el llamado crimen organizado ejecuta a un promedio de 20 personas por día, superando el número de muertes que ocurren en Irak, país ocupado militarmente por nuestro poderosísimo vecino del norte. Si los ahorros de los trabajadores están siendo arriesgados en un pozo sin fondo que es el juego de la bolsa de valores de Nueva York.
La desigualdad, la corrupción y el crimen organizado, son los tres más grandes problemas de México. Los tres están relacionados profundamente y no sabemos cuál es el que dio origen a los otros. El famoso caricaturista del periódico La Jornada que firma como Helguera ha hecho un cartón en el que se refiere al inmenso poder acumulado por el crimen organizado y afirma que casi gobierna a México. Y en el dibujo observamos que se refiere a los altos funcionarios de gobierno, líderes sindicales, magistrados de la Suprema Corte de Justicia, legisladores, etc.
Los sucesivos gobiernos de México, desde Díaz Ordaz hasta el actual, están logrando lo que en los tiempos del diazordazato parecía imposible: matar a la gallina de los huevos de oro.
Los simples ciudadanos que vivimos en medio de la catástrofe, sin embargo, tenemos la obligación de procurarnos la felicidad para nosotros mismos y para los que amamos. Hacer de este mundo paraíso, puesto que ya hay mucha gente ocupada en convertirlo en un infierno.
La prosperidad, que es sentirse completo y contento sin lo superfluo. La armonía interior que nos provoca el bienestar exterior. Y el buen humor de todo, por todo y para todo. Eso se desea a todo el mundo en esta época de fiestas decembrinas.

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Comunicado de prensa del Consejo Masónico Mexicano

SAN LUIS POTOSI, S. L. P. a 17 de septiembre de 2008.

Comunicado 080917-01

COMUNICADO DE PRENSA

Cuerpos policiacos y de espionaje blindan la impunidad y corrupción: Masones

Es condenable el atentado de Morelia, pero lo es más la sospechosa incapacidad del gobierno federal para restaurar la seguridad

El alto clero político pide una solución divina que elude su responsabilidad terrena y justifica a un gobierno inepto

SAN LUIS POTOSI, sep. 17- Condenó el Consejo Masónico Mexicano el atentado en Morelia el 15 de septiembre, y señaló que lo más preocupante es que el gobierno conservador fue rebasado por la impunidad y corrupción de los cuerpos de seguridad y los juzgadores, en donde la ciudadanía está en total indefensión.
El liberal potosino, Jaime Chalita Zarur, presidente nacional del CMM dijo que es condenable cualquier atentado criminal, ya sea en contra de las fuerzas del orden, gubernamentales o de civiles, máxime que se da en dos escenarios: 1.- Los festejos de la Independencia de México y, 2.- Un estado gobernado por un partido opositor, el PRD.
Lamentó el dirigente liberal, sobre todo, la pérdida de vidas humanas que ajenas al conflicto aún no identificado, el secretario de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván Galván consideró que sería apresurado calificar de un acto de terrorismo, considerado como un acto de coacción política.
Mencionó Chalita Zarur que tampoco es momento de ponerse a rezar y dejarle la solución a una divinidad, como mediáticamente clama el alto clero político que se ha caracterizado por incurrir en acciones contrarias a la moral, las buenas costumbres y la legalidad, si se recuerda su protección a pederastas en México y el mundo.
El atentado con dos granadas de fragmentación en el momento en que el gobernador perredista de Michoacán, Leonel Godoy Rangel daba el Grito, observó el presidente nacional del CMM, es un efecto y no la causa: “La responsabilidad es la abdicación del gobierno conservador para restaurar la seguridad y tranquilidad en los mexicanos”.
Dijo que puede afirmarse la abdicación gubernamental en el escaso nivel de investigaciones judiciales sobre secuestros, tráfico de drogas y armas, ejecuciones, en que se estima menos del tres por ciento y que ese ínfimo porcentaje tiene la agravante de dejar en la impunidad al delincuente, ya sea por errores del ministerio público o por el juez.
“En la impunidad criminal que lacera a todos los mexicanos es en el único renglón en que se aplica la democracia del gobierno conservador: Lo mismo quedan sin justicia la víctimas de la clase media o baja que los de la alta. Tenemos los casos de los acaudalados Nelson Vargas o del mismo Martí, como de los mil secuestros exprés en la clase media y baja, o los más de dos mil ejecutados este año”, ejemplificó Chalita Zarur.
Sin embargo, en el caso de Morelia, Michoacán, el problema es mayor: “Se rebasaron a los cuerpos de seguridad nacional que, como en el caso del CISEN, son efectivos, entre comillas, para espiar a los legisladores federales y pese a los millonarios presupuestos para su operación y equipamiento, son ineficientes e incapaces ante el crimen organizado”, dijo.
Chalita Zarur cuestionó la existencia de esos organismos “que son varios y variados, existe el CISEN, Inteligencia Militar, Inteligencia Naval, Inteligencia en la PGR como en la SSP y en cada corporación policíaca federal, estatal y municipal, sin descontar que cada gobierno estatal cuenta con su propio sistema de espionaje”.
“Debemos condenar el atentado en Morelia, es cierto, empero creo que es más condenable la sospechosa incapacidad del gobierno federal que se niega a depurar los mandos altos, intermedios y de agentes en las diferentes corporaciones policíacas y de ese obsoleto sistema de espionaje, que solo sirven para blindar la impunidad y corrupción”, concluyó.



Fraternalmente

Mario Luis Altuzar Suárez
Vocero del CMM

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viernes, 8 de agosto de 2008

In Naturalibus, la columna de Pterocles

In Naturalibus

Paraíso e infierno


Pterocles Arenarius

Los escritores son bichos extraños. Casi por lo general son personas mucho más sensibles que el común de la gente normal. Son individuos raros, entre muchas otras cosas, porque siempre están leyendo. Y con un agravante, leen literatura, es decir, lectura “inútil”. O bien, lectura placentera. Y es que aparte de escribir tienen que trabajar para sostener ese su oneroso “vicio”: leer y escribir. Son profesores, periodistas, guionistas, correctores, editores y un poco más raramente son contadores, ingenieros, médicos, abogados aunque también los hay. Y menos que nunca empresarios, economistas o gerentes.
Todos los escritores trabajan en otro oficio o profesión para subsidiar a la literatura, al arte. Y con frecuencia harta logran la obra de arte. Pero eso no les da para vivir. Tienen que trabajar en otra cosa. En México habrá, si acaso, tres o cuatro escritores que viven de sus obras.
Los escritores, generalmente, están solos. La escritura es el oficio de la soledad, de la introspección. Mientras otros artistas crean sobre o con diversos objetos (como los artistas plásticos) o instrumentos (como los músicos) o sus propios cuerpos (como los bailarines) para desarrollar su arte, los escritores se tienen sólo a sí mismos. Su ser completo es su instrumento que se manifiesta a través de las letras, de las palabras.
Es común que se piense que “escribir es muy fácil”. De hecho todo el mundo escribe poemas a sus amores, a sus hijos. Pero los que se dedican a escribir saben muy bien que no es tan fácil. Al revés. Hay que tener muchas mañas, muchas habilidades, una gran cantidad de conocimientos, desde la gramática para escribir correctamente, hasta el conocimiento de las estructuras de los diversos géneros y la enorme cantidad de trucos –astucias literarias, diría Emilio Uranga– para lograr los efectos deseados. La literatura finalmente consiste en despertar emociones, sentimientos, pensamientos, reflexiones, las actividades o sucesos internos que nos distinguen de los animales, usando para ello sólo palabras. Las mismas palabras que todo el mundo usa a diario. Por esto parece que es muy fácil escribir. Sin embargo, cuando alguien que no ha desarrollado oficio escritural, se vuelve muy notable aun cuando haya conocimiento. La literatura es un maravilloso engaño para aparentar la sencillez, la cotidianidad, la vida común y corriente. Pero la magia de la literatura radica en que entre “eso” que es la vulgaridad cotidiana, el que escribe regala joyas, materiales preciosos que ese que escribe sabe encontrar o inventar entre la intrascendencia. Pero lo hace como si no fuera esa la intención, como si el hallazgo hubiese sido fortuito, como si el suceso prodigioso hubiera venido mágicamente, él solo. No es así. El que escribe tiene que hurgar, discernir, meditar, reflexionar, afinar la mirada, buscar y… encontrar. Lo ha dicho la desaparecida erudita Ikram Antaki: “En toda la literatura (…) existen sólo dos temas: lo que pasa afuera y lo que pasa adentro. Es decir: el mundo y el alma. Y todos los temas serán finalmente parte de estos dos. Si logras juntar los dos con maestría, serás partícipe de la literatura. Si no, siempre faltará algo”.
Cuando alguien escribe se está mostrando a sí mismo. Está mostrando la parte más profunda de sí mismo. No es necesario decir que se requiere ser valiente. Es como aquellas mujeres que se atreven a mostrar sus cuerpos a todo el mundo para ganar dinero y a veces para hacer arte. Los que escriben tienen en sí una paradoja extraordinaria: escriben mentiras prácticas –lo dijo Alfonso Reyes– pero verdades sicológicas. Juan Rulfo siempre decía ser un gran mentiroso. Pero los grandes escritores, como casi nadie, han mostrado sus propias almas en vastísima totalidad y más aun, con ello logran mostrar el alma de sus pueblos.
Ryszard Kapuscinsky el extraordinario escritor metido a periodista dijo en alguna ocasión que “jamás un sujeto mezquino será buen escritor” y lo corrobora Ernesto Sábato cuando dice que los grandes escritores simplemente “son grandes hombres que han escrito”. Porque los escritores han refinado su alma para ser tales. Porque es el único instrumento con que trabajan.
Por eso a los escritores son gente metida en sí misma, siempre leyendo, porque para ellos no es posible hacer más que leer cuando la gente hace cualquier otra cosa porque no es posible trabajar cuando se lee, digo, por eso los escritores, parece que siempre están leyendo o escribiendo. No es así. Le están robando el tiempo a la televisión, al chisme, a la charla con amigos, al sueño, incluso a la relación con su pareja y hasta al tiempo con sus hijos. Para leer y escribir. Es que los escritores tienen además de su ocupación profesional, la de escribir. Por eso parecen gente rara. Los escritores y los artistas en general, subsidian al arte con otro trabajo, para ganar dinero que les permita sobrevivir y también pagar la literatura. Luego, los gobiernos y la gente común se vanaglorian: “tenemos grandes escritores en México, Rulfo, Arreola, Del Paso, Monsiváis, Fuentes, José Agustín, Sabines, Paz, Pitol”, lo que no saben es que todos ellos, en algún momento sufrieron la pobreza e incluso la miseria y tuvieron que trabajar en otras chambas para subsidiar la gran literatura que crearon y que hoy es de todos nosotros. De igual manera, para que surjan grandes escritores, tiene que haber muchos más que no son tan grandes, que no son geniales, pero que son imprescindibles, porque si no, ¿con quién se tendrá una comparación para descubrir la gran obra? ¿Con quién se formarán los grandes si no es con los medianos e incluso los pequeños? Como en toda actividad humana.
En fin, los escritores, todos los artistas en general, están sometidos a una sociedad utilitaria, comercial, despiadada. Si el mismísimo Platón, príncipe de los filósofos expulsó de su República a los poetas. Pero además así tiene que ser, porque el verdadero artista trabaja “por amor al arte”, así tiene que ser pero no tanto. Por eso es maravilloso cuando se reúnen los escritores. Estoy hablando de los encuentros de escritores que como los médicos, los ingenieros, los científicos, tienen que reunirse para saber qué están haciendo los demás, conocerse, compararse, colaborar, incluso competir y también, cómo no, convivir. Ninguna obra es absolutamente solitaria, toda obra en todo ámbito, es colectiva. Y en la literatura también, como en toda actividad humana, los grandes se alimentan de los pequeños. Por eso y muchas cosas más es imprescindible que los escritores se reúnan.
La literatura, en apariencia, es una diversión sin mayor trascendencia. Pero todas las diversiones del vulgo –no pretendo ser peyorativo, simplemente aplico una palabra para referirme a la gran mayoría de las personas que carecen de contacto con el gran arte en todos sus géneros y que sus diversiones son principalmente la televisión, sus lecturas los Sensacionales de traileros, las fotonovelas, las revistas que difunden los degradantes chismes de amoríos, infidelidades y promiscuidades de seudoartistas que son incapaces de hilar dos frases coherentes; las revistas que, como mulas de la noria, le dan vuelta a la enajenación televisiva–; la gran mayoría de las personas que consumen, finalmente, una falsa literatura, un falso periodismo, un objeto degradado y vil, principalmente en la televisión y sus satélites impresos. Todo ello con escasísimas y honrosas salvedades.
Porque el gran arte, la gran literatura es consciencia. Y a nadie de los grandes empresarios les interesa que eso exista. Los dueños de México se sienten en peligro entre gente consciente, inteligente, despierta, exigente, conocedora de sus derechos, de buen gusto, refinada, que le exija a Televisa y Tv-azteca programas al menos decorosos, obras de arte y no la estupidez con la que quieren que México se conforme.
Los compadres (“México no progresa porque es una economía de compadres” ha dicho un funcionario del Banco Mundial. Los compadres que creen ser dueños del país no permiten ni siquiera el libre juego capitalista, encompadrados con los gobernantes corruptos, a los que tienen agarrados de los ijares, mantienen al país trabado, sometido a su beneficio, tanto de los multimillonarios monopolistas como de los gobernantes corruptos y espurios) que tienen a nuestro país apergollado, al borde de la autodestrucción, desean un pueblo sumiso, estupidizado, insconsciente, adormilado. Por eso Televisa y Tv-azteca se esmeran al colmo en divulgar la estupidez por todos los medios que les es posible.
Por eso los escritores son gente rara. Por eso cuando se encuentran se crea el
Paraíso.
Por quinto año consecutivo se llevó a efecto el Encuentro Internacional de Escritores en Salvatierra, Guanajuato. La ciudad refrendó su vocación por la literatura, por los escritores, esa elite. Una innovación importante este año fue la de llevar los libros y la literatura a la gente del pueblo; una propuesta que se ha hecho desde estas líneas.
El encuentro de Salvatierra tiene virtudes insoslayables. En general es una idea excelente que los escritores se encuentren, siempre lo será. Por fin esta gente rara se encuentra en el paraíso. Tiene a todo el mundo con quien hablar de lo que más le interesa: la literatura. Hablar de los grandes autores de la historia, de los nacionales, de los estatales y los municipales, los amigos.
Pero sería mejor aun si se lograra llevar masivamente la literatura a la mayoría de la gente. A contrapelo de lo que opinan algunos escritores –como el excelente poeta Juan Domingo Argüelles quien sostiene que la lectura de ninguna manera vuelve mejores a las personas– yo sí estoy seguro que leer literatura prolijamente hace mejores a las personas.
Aserto temerario, pues ¿qué es ser mejor persona?
Para mi corto entender, los que se vuelven grandes lectores, es decir, individuos que logran extraer el significado correcto de lo que leen, en otras palabras, los lectores avezados, tienen a su disposición el conocimiento completo de la humanidad… si tuvieran el tiempo suficiente para allegárselo. Tal capacidad –de obtener significado correcto de lo que se lee– es directamente proporcional el conocimiento acumulado. No es de otra manera como se forjan los especialistas, los científicos. Llega un momento de la formación académica en que la escuela se vuelve innecesaria, porque el estudiante –que ha dejado de serlo para convertirse en un estudioso, como lo dijo alguna vez Heberto Castillo– tiene una capacidad de acumular conocimiento sin medida, sólo basta con que tenga a la mano el texto correspondiente para que se apropie de tal conocimiento. Eso es posible sólo por la lectura.
Es en este caso cuando mejor se cumple la propuesta de Borges acerca de que el libro es una extensión de nuestra inteligencia. Porque es entre los científicos donde se cumple que una inteligencia es todas las inteligencias. Los científicos son capaces de apropiarse, tan sólo leyendo, de los conocimientos más avanzados del mundo. Finalmente los científicos operan como una sola entidad, a pesar de las feroces –o gracias a ellas– disputas que suelen sostener en función de conocer o presumir que conocen “la verdad”.
Semejante eficiencia extrema para leer no implica que personas que desarrollen tal virtud sean “mejores”, pero nadie negará que serán más eficientes para apropiarse del conocimiento, que es una manera humana de “ser mejor”. Si estamos de acuerdo en que ser más civilizados es “ser mejores”, entonces la lectura sí nos hace mejores, es decir, nos hace más civilizados, mejor adaptados –en algunos ámbitos– a esto que llamamos civilización.
Pero estoy seguro que el territorio de la personalidad en donde más y mejor influencia la literatura es en la imaginación. Quien lee literatura ha desarrollado y disciplinado su imaginación. Estoy seguro que la crueldad humana se debe en gran medida a que quien la ejerce carece de imaginación. Esta facultad, como ninguna otra nos permite ponernos “en los zapatos de otros” y de allí surge la compasión, tan necesaria, tan olvidada ahora. La literatura, comparto con William Carlos Williams, el gran poeta norteamericano, es salvífica: “Hay personas que viven vidas miserables porque ignoran que existe la poesía”.
No hay duda, en este momento, en este mundo, vivimos Irak, Palestina, las guerras y hambrunas de Africa y la destrucción, la decadencia interminable de nuestro país; en otras palabras, abundan las personas que habitan el
Infierno.
En este momento en nuestro país son asesinadas unas veinte personas diariamente en la guerra del (y, según el gobierno, contra) el narcotráfico. Igualmente cada día ejecutan a jefes o al menos agentes policiacos. Las maneras de asesinar parecen inconcebibles. Es difícil imaginar cuanta crueldad habita en los criminales para torturar a sus víctimas como narran los periódicos que ocurre. Pero además resulta increíble que, como reportó un periódico, un policía diga a un delincuente agonizante que mire hacia la cámara porque está en Te caché, por supuesto, uno de los bodrios televisivos. ¡Por supuesto! Alguien que se alimenta espiritualmente con semejante excremento no puede ser otra cosa. Eso es el infierno, el mundo en donde no existe la piedad ni siquiera al borde de la muerte. Donde los policías torturan a sus propios compañeros, como ocurre en la ciudad de León, con anuencia de la autoridad; ¿qué puede esperarse que la policía haga con los ciudadanos? El infierno es un mundo en el que los instintos animales que aún nos habitan se manifiestan sin control, en el que desaparece la civilización que hemos creado, en donde no existe el arte, sino la ley del más fuerte, del más bruto. Es un mundo en el que la especie humana está en grave peligro de desaparecer, de autodestruirse. Un mundo en el que, como en la guerra del narco, todos pelean a muerte contra todos. Mientras tanto, en México, un pobre hombre que se hace llamar presidente, no preside nada, sino pasa el tiempo escondido y cuando se hace ver públicamente está protegido por centenas de militares, francotiradores, helicópteros y golpeadores, para que nadie se le acerque. ¿Ese preside? ¿Qué…?
El infierno es Atarjea, Guanajuato, donde mi amigo Catarino Concepción, un poeta, un creador de décimas populares, un bardo del pueblo que en sus versos ha recuperado las más entrañables tradiciones de su municipio y de su gente, en su música se arraiga la alegría sincera y candorosa de las personas sencillas que no se han perdido en la estupidización globalizadora que nos convierte en nadie al destruir nuestra identidad; personas que bailan y zapatean como lo hicieran sus ancestros desde hace siglos, con sus acordes y sus versos, donde este poeta crea felicidad, salvación, convivencia, amor, arte y con todo ello civilización, el efímero, el fugaz, el raquítico paraíso que pretendemos darnos está cancelado.
Ese Catarino Concepción, iluso, pretende hacer un encuentro de poetas y decimeros; escritores de versos modernos con trovadores tradicionales de los que hay en las huastecas veracruzana, hidalguense y potosina, cuya influencia ocurre también en Guanajuato, donde están no pocos creadores de huapango tradicional como el famoso grupo Los Leones de la Sierra de Xichú de fama internacional que comanda Guillermo Velázquez.
Catarino ingenuamente pensó que los empresarios de Atarjea podrían hacer algunos aportes en dinero para organizar el paraíso. Quiero decir el encuentro de poetas modernos con versificadores tradicionales de su municipio. Pero los empresarios qué pueden saber o ni siquiera imaginar de paraísos, de civilización. A ellos les interesa sólo su provecho, su beneficio, aunque provoquen que el infierno cunda porque ellos colocan su granito de arena para eso, al explotar a sus trabajadores, al imponer la ley del más fuerte que es la ley de las bestias, al competir ferozmente hasta aniquilar a otros, al ser tan triunfadores, porque todo triunfador está encima de una montaña de cadáveres, al olvidar lo mejor de las creaciones humanas, la obra de arte. Y actuar así no es crear civilización, sino permitir que este mundo se degrade, significa vivir entre los residuos de la barbarie, la animalidad de donde venimos de la que nos salvamos (o quizá nos condenamos a esto, a un infierno peor). Aunque anotemos que, como en todas partes, existen excepciones honrosísimas. Los empresarios de Atarjea quieren que el encuentro de poetas sea tan sólo un escaparate para su beneficio. Qué les importa a ellos el arte, la creación poética, la civilización, la destrucción de este país. Mientras ellos tengan sus ganancias aseguradas.
Es un mundo terrible el que nos toca vivir. Sin embargo, continuaremos creando, procurando las condiciones para que ocurran los paraísos terrenales, para que los infiernos que otros crean no nos lleven a todos a la animalidad como quisieran los potentados.

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lunes, 21 de julio de 2008

Perdamos el respeto a la Iglesia Católica


Perdamos el respeto a la Iglesia
Beatriz Gimeno
Intervención de Beatriz Gimeno en la presentación del libro “La Iglesia furiosa”, realizada el 21 de febrero en Madrid, sala Maldonado 53. Beatriz Gimeno es novelista, ensayista y vocal de la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Miembro del consejo editorial de la revista Trasversales. Miembro de la Federación Internacional de Ateos (FIdA).
Yo sí que estoy furiosa. Y la furia puede que me impida hablar de la iglesia desde la razón. En todo caso, contra su furia irracional, la nuestra racional. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones entramos en discusiones completamente irracionales. De dios no se puede discutir porque no existe. De lo que se puede discutir es de las consecuencias que dicha creencia tiene. Consecuencias políticas y sociales. Así que, finalmente, el hecho de que mucha gente crea en dioses nos incumbe a todos.
Y la mayoría de los que estamos aquí somos ateos, activistas sociales o políticos, que estamos convencidos de que la necesidad de luchar por un estado laico. Esta lucha sigue siendo necesaria a pesar también de que es irracional porque un estado democrático no puede ser otra cosa que laico. Ya es una concesión hablar de libertad religiosa en un estado democrático y de derecho; es redundante, faltaría más. La libertad religiosa está garantizada en la libertad de conciencia, de asociación, de expresión, de reunión… la libertad religiosa está garantizada por la libertad. La libertad religiosa debería ser como la libertad para afiliarse a cualquier otra asociación con vocación de hacer proselitismo.
El problema es que el proselitismo que puede hacer una asociación está siempre en dependencia directa de los valores de los que se proponga ser prosélita. Si dichos valores son antidemocráticos, sexistas, homófobos, discriminadores, contrarios a la libertad… en ese caso dichos valores no deberían poder enseñarse en ningún espacio público, cuánto menos en una escuela. Hay que atreverse a decir que hay valores sobre los que la sociedad ha alcanzado consensos democráticos y que no deberían poder enseñarse en ninguna escuela. Que la mujer es más apropiada para cuidar a los niños que los hombres o que la heterosexualidad es superior a la homosexualidad, tiene derecho a creerlo cualquiera, e incluso a expresarlo, escribirlo, defenderlo, sí, pero no a enseñarlo a los niños y niñas.
Y sí, puede que no se deba enseñar ateismo, pero de la misma manera que en un sistema democrático se debe enseñar lo que significaron el nazismo o el estalinismo, no hay ninguna razón para no enseñar lo que ha hecho y dicho la iglesia a lo largo de la historia. Ni razón alguna para obviar que sus valores son contrarios a la igualdad, la libertad y la felicidad.
Y sin embargo, aún no nos atrevemos a discutir que la iglesia católica tenga derecho a enseñar estas cosas en sus escuelas, que encima pagamos todos. A la iglesia católica (que es la que nos toca) le hemos perdido la fe, pero no hemos aprendido a perderle el respeto. Y desde la furia quiero que aprendamos a perderle el respeto. La iglesia católica dispone de un excedente de respeto que parece no terminarse nunca. ¿Qué más tiene que hacer para que le perdamos el respeto? Quizá no existe otra organización que siga funcionando que haya traído, que siga trayendo, tantos crímenes, tanta injusticia, tanta infelicidad. Las iglesias matan. La iglesia católica mata cuando se opone al uso del condón en países que luego no pueden pagar las medicinas contra el sida. No hay en el mundo una organización con tantas condenas firmes por pederastia y abuso infantil. Y es curioso que la pederastia, que es fundamentalmente heterosexual, en el caso de la iglesia, en cambio, sea fundamentalmente homosexual. Pero, eso sí, sus condenas contra los homosexuales recorren el mundo haciendo que en muchos países la vida sea invivible para éstos. Estamos hablando de Latinoamérica, donde las iglesias atacan y condenan la homosexualidad legitimando a los paramilitares y escuadrones de la muerte que matan a tres homosexuales al mes en Brasil, por ejemplo. Hablo de la iglesia que ha apoyado toda clase de regímenes asesinos en Latinoamérica, en España. Hablo de la iglesia que prefiere una niña de 9 años muerta o madre a que aborte. Hablo de la iglesia que pretende (si la dejáramos) condenar a todas las mujeres a vidas invivibles y a todos y todas a la infelicidad. Y aun le tenemos respeto.
Como mucho, respeto su libertad personal de creer en dioses inexistentes, pero entra dentro de mi libertad no respetarles. No les respeto. Les combato. Y con la máxima beligerancia.
Todos hemos conocido a católicos que son gente inteligente y solidaria. Pero para mí esto es un misterio. Forma parte de la complejidad de la naturaleza humana que personas inteligentes crean un absurdo, que personas de izquierdas se empeñen en pertenecer a una organización de derechas, que personas que luchan por la justicia se empeñen en estar dentro de una organización que apoya todas las injusticias; que estas personas estén dentro de una organización que les querría fuera. Estoy cansada de tener siempre que distinguir, hilando muy fino entre la iglesia y los fieles, entre la jerarquía y la otra iglesia. Respeto la libertad de las personas, pero quiero decir que la iglesia es lo que es y tiene voluntad de serlo casi desde su fundación, y de seguir siéndolo. La iglesia es una enorme estructura con una enorme y no cuestionada influencia educativa, económica, mediática, que trabaja contra los derechos individuales conseguidos tras muchos sacrificios. No es posible oponerse a esa estructura con paños calientes y con cuidado en no herir a los creyentes. Los creyentes nos hieren a nosotros y muchos de los creyentes del mundo querrían vernos muertos. No quiero tener que comenzar mis charlas sobre la iglesia distinguiendo con mucho cuidado entre ésta y el fundamentalismo. La iglesia católica ha sido fundamentalista mientras ha podido, y tiene voluntad de serlo, y lo es dónde puede. Todas las iglesias tienen esa voluntad.
Y en el futuro puede ser más grave. La injusticia global en la que estamos cada vez más inmersos, sometidos a fuerzas que no comprendemos, sin culpables que han desaparecido en superestructuras imposibles de controlar… es evidente que un subproducto de todo esto será el fanatismo religioso, el más irracional, el más difícil de combatir, y que se va a manifestar de muchas maneras. La gente cree, cada vez más, en todo tipo de cosas, en religiones sin dios, en dioses sin religión, en el destino, en la suerte, en las plantas, en los posos de te, en los astros… Y no podemos confundir, desde la izquierda, la necesidad de la aconfesionalidad del estado con la reivindicación de la pluriconfesionalidad.
Como dice Bauman, si la fe en el progreso en un momento dado fue una manifestación de optimismo en el futuro, ahora el progreso da miedo porque la globalización y la injusticia globalizada frente a la que nos hemos quedado sin respuesta auguran un crecimiento del pensamiento irracional en todo el mundo.
La creencia en dios sirve para construir un sentido. Nos dijeron que si dios moría el ser humano no podría vivir sin sentido. Pues sí se puede; los ateos podemos y no somos ni más felices ni más desgraciados que los creyentes. Por el contrario, quizá sea la certeza de que la trascendencia no existe lo que nos permita contemplar de verdad y con el necesario horror los millones de vidas eliminadas, borradas, vidas sufrientes, explotadas para el bienestar de otros. Sólo desde el abismo del absurdo, de la negación de cualquier significación, uno/a puede entender que el único atisbo de sentido es luchar para que cada vida disponga de las mismas oportunidades para encontrar, si no una razón, al menos sí sus momentos de goce y de felicidad.

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lunes, 14 de julio de 2008

Los masones contra la privatización del petróleo

El Sol de Zacatecas
13 de julio de 2008
Rubén ValdezZacatecas, Zacatecas.- Con el reconocimiento pleno al trabajo del gobierno de Amalia García Medina, por impulsar un mejor desarrollo y más progreso para Zacatecas, concluyó el sábado el XXVIII Congreso Nacional Masónico de Grados Filosóficos.En el mencionado Congreso se concentraron más de 500 integrantes de la Logia presidida por su Gran Comendador del Supremo Consejo de México, Francisco J. Zentella y Sasso.Con la representación de Amalia García Medina, el Secretario de Turismo, Rafael Flores Mendoza, reiteró el ofrecimiento de la titular del Poder Ejecutivo de erigir el monumento a los principios de igualdad, tolerancia y pluralidad, "a fin de que nos acerque aún más como mexicanos"."Nuevamente en Zacatecas se escuchó y se levantó la voz del pensamiento liberal" puntualizó el funcionario estatal, al tiempo de destacar la importancia de los trabajos realizados con temas como Educación, Desarrollo Sustentable, Estado de Derecho, Ciencia y Masonería y la Familia.En este evento de clausura, el Gran Comendador del Supremo Consejo de México, Francisco J. Zentella y Sasso, resaltó que la "Carta Zacatecas", documento en el que se plasmaron los acuerdos alcanzados por la masonería en el país se plasman posturas en las que la defensa de patrimonio nacional como el petróleo, es de orden prioritario.Manifestaron la negativa rotunda a todo intento de privatización abierta o disimulada, total o parcial de la industria petrolera nacionalizada e integral, así como en la elaboración mediante consulta democrática, en consonancia con lo que establece el Artículo 26 de nuestra Carta Magna de una política energética integral.Esa postura, agregó, "la defenderemos como masones, como liberales y como ciudadanos; es nuestra obligación cívica cuando la soberanía del país y nuestras leyes fundamentales como la Constitución, están en peligro de ser violentadas por fuerzas retardatarias"."En la rebeldía de los mexicanos ante la injusticia que se comete con nuestro pueblo -subrayó- no vamos a permitir que fuerzas contrarias al progreso hagan de las suyas como han hecho en años pasados".Y agregó: "Sexenios como el anterior, vendieron nuestras riquezas a las potencias extranjeras. Vamos a defenderlas como buenos mexicanos" enfatizo Zentella y Sasso.Cabe hacer mención que durante la lectura de las resoluciones de los temas tratados durante el XXVIII Congreso Nacional Masónico de Grados Filosóficos, se hizo reiterado reconocimiento a la Mandataria Estatal por su desempeño como tal, habiéndose considerado por parte de los congresistas como de los mejores realizados a nivel nacional.

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