sábado, 8 de septiembre de 2007

Algunos símbolos masónicos


Las columnas son el símbolo múltiple de la existencia humana en este mundo. Por un lado representan las columnas del Templo de Salomón, a la vez lo son de las facultades humanas del rigor y la misericordia, de la inteligencia y el amor. Cuya mediación es la única posibilidad del asombroso progreso humano en una competencia que frecuentemente es despiadada entre los propios humanos, con la convivencia, el amor, la tolerancia y la solidaridad con todos nuestros congéneres. A través de estas columnas llamadas B y J, nacen los masones. Atravesándolas entran en el Templo masónico, lugar sagrado, fuera del tiempo y del espacio. Sitio secreto en donde los masones cultivan la inteligencia y el amor para bien de la humanidad. Lugar en el que, como lo dijera el sabio iniciado Heráclito: "Todos somos uno y lo mismo".
Sobre las columnas del Templo están dos esferas, en la columna B está el planeta Tierra, que nos da sustento y sobre el cual vivimos. Sobre la columna J está la bóveda celeste, tachonada de estrellas, una de las cuales es nuestro Dios original para todas las civilizaciones: el Sol.
La acacia, que es un símbolo de la masonería, se encuentra también en este logotipo.
Al pie de las columnas están, en la columna B, una piedra en bruto, que simboliza al aprendiz de masón y al pie de la J está la piedra pulida que simboliza al masón iniciado que ha logrado la primera transformación de sí mismo, de piedra bruta en piedra cúbica pulida. Primera autotransformación de muchas más a lo largo de la carrera masónica. Piedra que, cuando abandonemos este mundo, será usada por el G.'. A.'. D.'. U.'., sublime metáfora de Dios, que usamos los masones, para continuar la infinita construcción del universo, su templo.

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